jueves, 9 de abril de 2009

Sequia de votos.

Finalmente sucedió lo que tenía que suceder. Durante años en todos los espacios posibles se advirtió sobre la urgencia que existía en renovar la red de distribución y abastecimiento del agua potable de la ciudad de México . A los gobernantes de la ciudad jamás les importó. Se dedicaron a construir obras monumentales , elefantes blancos cuya principal virtud consistía únicamente en ser sumamente vistosas.
La sola ida de renovar la red les habrá parecido un completo disparate: ¿para que? "eso no deja votos, con eso no se llega a ser candidato a la presidencia, que lo haga el que sigue".

Se dedicaron a gastarse el dinero en puro oropel, campañas absurdas, causas idiotas, obras contrarias al desarrollo sustentable de la ciudad, vías elevada para autos en lugar de construir más infraestructura para el metro, pistas de hielo, carreras de coches y albercas públicas coronaron la manera cretina y vulgar con la que acostumbran ejercer el poder.
Finalmente la realidad nos alcanzó. La ciudad se encuentra sin agua ni siquiera para lo elemental. Ahora que es tiempo de asumir responsabilidades, cobardemente se echan la culpa unos a otros. Sin ofrecer ninguna solución y escudándose en pretextos infantiles creen poder disminuir la terrible calamidad que sufrimos millones de capitalinos.
Contra lo que suponen, los ciudadanos tomamos nota de su incapacidad y perversidad, por eso no se sorprendan si se enfrentan con una sequía de votos.